
Aunque mi nombre real sea otro, prefiero que se me conozca como Mierda Buena. La razón es simple, mis minúsculas aportaciones a la sociedad las he hecho bajo este pseudónimo. ¿Tal vez demasiado escatológico? Probablemente.
Nací en Madrid, y ahí me crie, pululé por varios colegios e institutos, siempre con la mosca de la ilustración y el arte detrás de la oreja. Un chavalín normal al que no le gustaba el futbol y le gustaba más pintar, nada fuera de lo común.
Ya en bachillerato comencé a revolverme un poco más y decidí curiosear con la ilustración de forma un poco más intensa. En la adolescencia, ese momento en el que descubres tu identidad, afloró en mi cabeza Mierda Buena como un espacio de expresión de lo que en aquel momento rondaba por mi mente.
Con el tiempo EMEBE ha crecido. Lo ha hecho conmigo, y aunque no doy la cara gracias a este ‘alter ego’, no puedo negar que los temas que trato son los que atañen a mi persona de forma directa o indirecta. Pese a todo, observo con cierta admiración, como prácticamente a diario, bastantes personas se sienten identificadas con mis ilustraciones, por eso me gusta pensar que, hablando desde mi experiencia personal, trato temas que nos atañen de forma transversal.
En la actualidad, colaboro con El Estafador y Yorokobu de forma permanente, y esporádicamente en medios como El Topo o Directa.cat. Siempre estoy abierto a nuevas ideas y proyectos, así que, si tienes algo entre manos dímelo!
Me gustaría que algún día mi trabajo sirviera para crear un mundo más justo, porque creo que eso es lo que me hubiera gustado cuando comencé con Mierda Buena, en aquella época de bachiller, cuando, sin saber muy bien por qué, empecé a compartir mis garabatos.
Mierda Buena